miércoles, 24 de junio de 2009

Revisión Aneurisma II (2)

Junio de 2009, 21.

Ingreso en el Clínico para la arteriografía programada de mañana lunes. Sólo esperar unas 3 horas a que nos arreglen los papeles y me acompañen a la planta. Duermo regular y un poco inquieto por la arteriografía de mañana.

Ya es lunes, en un rato me llevan a preparar para la arteriografía. Entro en la sala : A-CO-JO-NAN-TE. Tan sólo falta que aparezca el teniente Spok y se tele-transporte pulsando el intercomunicador que lleva prendido al pecho. Qué equipamiento. Me tienden en una acojo-camilla que parece suspendida en el aire... La anestesista (qué mona ella) me toma una vía en la mano izquierda y me administra un ligero sedante. Carmen Serna (Neuróloga) me busca la arteria femoral en la ingle derecha.

Pasa un rato y le está costando saber la trayectoria exacta de la arteria para colocar el introductor del catéter. Como se está poniendo un poco nerviosa, estrategia "solo" NBA : sin decir una palabra de repente todo el equipo (4 ó 5 personas) desaparece de la sala : la han dejado sola y concentrada en su trabajo. La estrategia no falla : al minuto siguiente todo el mundo entra en la sala, pues ya tengo colocado el introductor correctamente y el catéter listo. Por rayos siguen la punta del catéter hasta la zona de la aorta, para encarar las carótidas. Suben por ellas y empieza la feria para mí.
Durante todo el proceso estoy despierto, y sólo levemente sedado. Cada vez que inyectan el contraste, siento una sensación de calor/escozor muy difícil de explicar, y muy incómoda, pero todo sea para facilitarles el trabajo a estos grandes profesionales en cuyas manos están diariamente tantas vidas, y ahora mismo la mía. Me hacen varias tomas desde distintos ángulos y repasando todas las arterias principales del polígono de willis. También me hacen dos tomas en 3d para tener una vista general que poder manejar en el ordenador para evaluar mejor el tema. A partir de cierto momento, me dicen que van a repetir una 3d y alguna más. Comienza mi mosqueo y al poco tiempo me cuenta el Neurólogo vascular :
"Francisco, te hemos visto 2 ó 3 aneurismas chiquititos más, que tendremos que evaluar... No te preocupes, pues son pequeñitos y los arreglaremos". 
¡Ay! ¡esto sí que no me lo esperaba! Estaba plenamente preparado para la noticia de la re-permeabilización de mi Aneurisma-I, pero para nada me imaginaba algo así. Aunque me pilló completamente desprevenido, la opción estaba clara : ligeramente borracho por la sedación, le suelto muy suelto :
"Pues, ¿a qué esperamos?, a por ellos: dales duro y me los rellenáis ya mismo; tenemos lo necesario : los aneurismas, el catéter en posición y el consentimiento del paciente. A POR ELLOS."
"Bueno, bueno" - me contestó el Neurólogo - "tenemos que estudiar con mucho cuidado lo que hacemos y no hay tanta prisa. Son muy pequeños y no parecen a punto de romperse."
Al final de la arteriografía tuvimos un pequeño susto, pues en una de las inyecciones del contraste ví, con los ojos cerrados un "fogonazo" en el ojo derecho, algo así como el incendio repentino de un árbol (muy bonito ello), y al abrir los ojos el derecho mo me "furulaba" correctamente : me costaba mucho dirigir el mismo a lo que quería mirar. La Neuróloga Carmen Serna me hizo in situ un examen por el que confirmó que el ojo derecho mo me hacía caso del todo, y me hacía ver doble imagen. Al final todo quedó en el que líquido yodado del que consta el contraste pudo provocar alguna irritación temporal en alguna parte responsable de los músculos del globo ocular derecho. Al cabo de media hora el problema había desaparecido.

A estas alturas, Juani estaba completamente histérica, pues la arteriografía no debería durar más de media hora, y ya eran las 13'00, y había entrado a las 10'30. En cuanto me sacaron, me tuvieron en observación durante 1 hora y la enfermera se encargó de buscar a mi mujer y mi cuñado (Segundo, cuánto te agradecemos lo pesao que os pusisteis mi hermana Paloma y tú para acompañar a Juani) para que pasaran a verme. Hasta ese momento, el monitor al que llevaba enganchado 3 horas seguía mostrando 127-67,  números de la tensión sanguínea que disfruto normalmente y que son extraordinarios, pero al entrar Juani y plantearme por primera vez cómo iba a decirle lo que me habían visto, se dispararon los números hasta mostrar 160-100, momento en el que la enfermera (¡qué ojo, Angustias!) les dijo a mis familiares que de momento ya me habían visto, que todo iba bien y que necesitaba descansar un poquillo. Se dió cuenta que no habían hablado con los médicos y fué a buscarles.

Me suben a planta y empieza la parte psicológica del tema... Al día siguiente, martes, me dan el alta y bajamos a hablar con el equipo de Neurología vascular, pero esto lo cuento en el siguiente capítulo...

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